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VÍCTOR MANUEL RODRÍGUEZ
(1957-10/septiembre/2012)
Q.E.P.D.


Photo Cube Generator



Fot: Alvaro Portocarrero
 
Según sus propias palabras:
En cada hogar palmirano hay dos o tres bicicletas y un "VICTOR"



 

Particular artista Palmirano, amante de la naturaleza, ecologista y paisajista, con cualidades innatas, versátiles y excepcionales que lo rigen llevándolo a ser uno de los mejores percusionistas, gran actor y afamado dibujante y pintor, en la región no hay una persona que no conozca a Víctor, sus ideas fluyen en sus manos delineando con tal velocidad, técnica y agilidad que al verlo accionar parece una actividad muy sencilla.

En su trasegar participó en el grupo teatral “Teopal”, en el grupo folclórico “Pacandé” siendo profesor de danzas .

 

Victor, Carlos Marmolejo,Hernán Giraldo, Javier Cañon, Marhely, Carlos Polania

 

Estudios

Escuela Departamental de Bellas Artes de Cali de 1980 a 1985.

Taller de grabado “Heladio Montez” 1987 en Nuestra hermana República del Ecuador.

 Diplomados en Ecologia dictados por la Universidad Santiago de cali, sede Palmira


Víctor con una de sus hijas y el Artista Carlos Marmolejo
Fot: Suministrada por Carlos Marmolejo

 

Exposiciones



Victor con Omar Rayo, Ftotografia facilitada por Carlos Marmolejo. 1986.

 

  •  Galerias de la Región
  • Casas de la Cultura
  • Salas de Exposición en Palmira.
  • Exposición El Paisaje en Palmira en el Siglo XX, presentó paisajes nocturnos, con un cielo iluminado que contrasta con la oscuridad de la vegetación que sólo los rayos lunares permiten visualizar

·         Aunque prefería exponer al Aire Libre



Fot: Suministrada por Carlos Marmolejo

 

Materiales:

Sus trabajos son realizados en diferentes técnicas como el oleo sobre lienzo, el lápiz, la plumilla, cartulina donde prefiere el monocromo y en materiales no convencionales como el latón, el cartón Herido, Acetatos de radiografías, materiales caseros como servilletas, toallas, manteles, etc.

 

Reconocimientos:

  •  1993 Homenajeado por la Alcaldía y el Concejo de Palmira
  •  Calendario de la Casa Marden.

 

 


Cesar Santafé y Victor

 

Anécdota  de  Alvaro Portocarrero

“Hace algún tiempo la Fundación de Artes Plásticas y Literatura de Palmira realizó una exposición en el Centro de Convenciones, una de sus obras fue expuesta en el pasillo de ingreso. Se trataba de una imagen de una lasca de piedra, tan tangible que decidí quedarme en sus inmediaciones para advertir la actitud de los espectadores. La mayoría de las personas, por no decir todas, se detenían al lado de la obra, la miraban de todos los costados, arriba, abajo, de la izquierda, de la derecha, diagonalmente, hasta que se atrevían a tocar los orificios pintados, para ver si eran efectos visuales de la pintura o eran agujeros, lo cual no me representó ninguna sorpresa debido a tal realismo”

 

 

Fot. Alvaro Portocarrero Nov, 2011


CRÓNICA A VÍCTOR LATA

Crónica Ganadora del concurso
"EL PERSONAJE DE MI PUEBLO",

en la categoría universitaria
realizado en octubre 2012
por la Biblioteca Departamental
"Jorge Garcés Borrero",
Escrita por
Diana Liceth Portocarrero
como Homenaje a Victor Manuel

 

 


Caminando por una calle del centro de Palmira, debí bajarme del andén para no atropellar a una anciana, la población ha aumentado tanto que ya no podemos transitar  libremente. Mientras intentaba esquivar alguno de los huecos que en ese tiempo tenía la vía me tomó por sorpresa una mano que se veía casi encima de mí, oscura, no supe si por la pintura que tenía pegada, o por su color natural. Empuñada para que la chocara con la mía también empuñada, escuchaba casi a la par: ¡energía!, es de suponer que yo le respondía de igual manera y efectivamente así lo hice ¡energía! le dije esbozando una sonrisa, era casi imposible negarse a tan amable y contagioso saludo.

Él era Víctor Lata, particular artista palmirano, llevaba puesta su fiel acompañante chaqueta azul con cierre adelante, su típico sombrero de tela de color azul  oscuro, de su cuello colgaba un pequeño bolso artesanal y una bufanda con rayas de colores, su cabello, como siempre con sus largas rastas. Iba  en su pequeña motocicleta característica, desbaratada y mal ataviada para muchos, o chévere y bacana para otros, en la cual llevaba sus obras enrolladas y amarradas.

En su rostro estaba siempre esa sonrisa picarona,  que no me permitía pensar  si las personas miraban, comentaban o cuestionaban. La gente hacía eso, aunque estuviesen acostumbrados a verlo. En el fondo me agradaba que me observaran. Era todo un personaje, con cualidades innatas, versátiles y excepcionales, eso hacía que fuera toda una aventura hablar con él. Tenía apariencia de loco ¡era un loco!, un loco cuerdo…  un artista. Se le atribuía el sobrenombre “Víctor Lata”  porque en ocasiones usaba hojas de lata o latón para realizar sus obras pictóricas.
En la ciudad no hay una persona que no conociera a Víctor, se dice que: “en cada casa palmirana hay por lo menos una bicicleta y un  Víctor colgado en la pared”. Seguida de su característica palabra de saludo llegaba aquella también particular: “¡amistá! dame mil por este, o ¿cuánto tenés?”. Nadie se quedaba sin darle algo ya que se destacaba por ser genial amigo y ciudadano sin comparación. Sus luchas eran en la calle, contra la injusticia, contra los corruptos, contra el maltrato al medio ambiente, etc.

En alguna ocasión, en  una exposición de pintura realizada en la Cámara de Comercio de Palmira, entró al salón con su típico atuendo, sin tener en cuenta el protocolo relativo al evento. Llevando consigo y debajo del brazo, gran cantidad de obras  envueltas en forma de rollo, siguió al centro del lugar, buscó al mesero que portaba una bandeja con vasos llenos de vino, tomó uno, y sin más preludio desenrolló sus obras las cuales ofreció por doquier al mejor postor. Algunas personas lo miraban enojadas, comentando el despropósito de este personaje en dichas condiciones y en tan elegante evento, el resto miraba en lo que podríamos llamar, morbosa complicidad a su irreverente y audaz  comportamiento.

Por algunos de esos paseos obligados que nos permite recorrer la mayoría de las oficinas de nuestra ciudad, me  percaté de la realidad histórica con nuestro afamado artista; bien podría decir que Palmira tiene exposición permanente de Víctor lata. Paradójica pero común sería para mí  la  vida de Víctor, cuando un día llegando a la estación de buses,  ya bajándome del bus, me llamó la atención en una venta ambulante el titular de un diario local  “Víctor se está muriendo”, sentí un no sé qué, no captaba si la molestia era por el crudo aviso, o si era por la impotencia que me producía saber tal noticia. No era difícil conocer el verdadero estado de Víctor dada su popularidad. Conseguí información, era algo arriesgado ir a verlo, vivía en un barrio de esos en que se necesita conocer el santo y seña para poder pasar. Me enteré  que unos  amigos de él, también artistas,  lo llevarían al hospital y me fui con ellos. No tuvimos inconveniente, su popularidad traía consigo un pase por tan custodiado lugar; Al llegar  a lo que no llamo casa porque para mí no lo era, me preguntaba una y mil veces porque vivía de esa forma, también me respondía que este era un gran ejemplo de desprendimiento de la  interesada, consumista y desalmada vida que llevamos. Se encontraba con él Fedora, su fiel compañera de los últimos años. Él nos saludó en su particular forma, se veía sonriente y haciendo gala de su buen humor, nos invitó a seguir a su humilde morada.
Esperamos la ambulancia que lo llevaría al hospital, y como para estar acorde llegó una… digamos que ambulancia, porque se bajaron de ella un hombre y dos mujeres bonitas, con atuendos de acuerdo al lugar de donde provenían.  Víctor no se encontraba en condiciones de dar un paseo en tan característico auto, por lo que se pidió uno idóneo para la ocasión. 

Cuenta Nubia su incomparable amiga, quien sufre de filantropía, que a nuestro típico personaje, lo agobiaron grandes dolores inmunes a también grandes dosis de morfina. Hecho que no doblegó  jamás  a Víctor lata. Cubierto de una admirable fortaleza, cantaba, levantando el volumen en cuanto más fuerte fuera su padecimiento. Finalmente su canto y su alma se elevaron lentamente al cielo, dejando en este pueblo, una gran tristeza y desazón; y las calles  por las que aún vemos en medio de los autos incautos transeúntes, muchas veces vimos ondear por el viento y el tortuoso rodar de una desbaratada motocicleta, unas largas rastas y una fiel chaqueta azul.

Por estas mismas calles y nadie lo hubiese imaginado, quedó impregnado en nuestras memorias aquel que según sus colegas fuera el pintor palmirano más homenajeado en vida, algo así como profeta en su tierra y el coro disonante de voces que al paso de féretro entonaban: “adiós, Víctor, adiós Víctor” y otras que más osadas auguraban un buen lugar al lado del de arriba.



 
NOCTURNO A VÍCTOR MANUEL

Contemplando las estrellas
me extasío en su mirar,
ellas imantan de misterio
la nocturna oscuridad.

Junto a las estrellas,
luce su afro ancestral,
un lucero sobresaliente
que me sonríe filial.

Pronto vuelvo a ser luna
de éxito cultural,
Pacandé surge entre brumas
de un pasado triunfal.

VÍCTOR MANUEL se ve,
como un bailarín genial,
como actor sobresaliente,
como exponente del folclor
como garante de aplausos,
como percusionista magistral.

Hoy admiro al dibujante
de la gris tonalidad,
al internista del abstracto,
al que se abisma en sí mismo
con rebeldía convencional.

Pero añoro nostálgica
al folclorista genial,
al otrora orgulloso VÍCTOR,
inimitable en sobriedad.

Lida Carvajal
Tomado de: “En la Catedral de mis Afectos” pagina 77. Impreso octubre 1999



                                   

      DESPEDIDA PÓSTUMA AL GENIAL VÍCTOR

 

No es fácil resumir en un discurso corto y póstumo la vida y obra de una personalidad tan heteróclita y productiva  como el genial Víctor Manuel Rodríguez, tanto en su vida de pintor, músico, bailarín, poeta… Y loco.  Igualmente en su rol de amigo y ciudadano.

Su hiperactividad, para destacar, no tiene comparación, aunque odioso sea hablar de ello. Pero aquí, a manera de balance, considero justo hacerlo.

Víctor producía diariamente y con una habilidad excepcional quince a veinte cuadros en mediano y gran formato,  o en cualquier improvisado soporte, de allí su remoquete de “VÍCTOR LATA”. También reconocía Víctor su popularidad y aceptación  de su vasta obra en relación a sus  compradores con la orgullosa y aritmética frase conocida: “En  cada hogar palmirano  hay dos bicicletas y un Víctor colgado en la pared”

¡Se nos fue Víctor!... Y es muy doloroso y triste aceptarlo. Menos dirigirlo.

Aquel gran genio del monocronismo luminoso y patético,  como también creador de imágenes distorsionadas,  a veces neo expresionistas y fantásticas, cargadas de signos y símbolos zoomorfos y antropomorfos,  refrendados en más de 60.0000 producciones diversas, unas recicladas,  otras en clásicos soportes y muros de toda índole. Lo anterior en un periplo de casi 30 años de labor, sin pausa y pasión exorbitante.

Confesión lapidaria, que, muy quedo al oído,  y en su lecho de enfermo, me lo afirmó Víctor recientemente con una sinceridad, claridad  y lucidez única que lo caracterizó siempre. De paso, su gran sentido del humor, asaz chispeante, que mantuvo en sus últimos días de vida y sufrimiento.

Víctor, y es oportuno anotar, fue el pintor palmirano más homenajeado y reconocido en vida oficialmente: Alcaldía, Concejo Municipal, Casa de la Cultura, Festival Ricardo Nieto. Algo así como Profeta en su tierra… Y esto nos satisface enormemente en el balance de su despedida.

Víctor lo sabía. Y con humildad socrática y cristiana lo llevó siempre en su corazón. Y se va de este único mundo posible y sin límites, como el poéticamente lo concebía. Bendecido, agregaría quien les escribe, por su super talento  artístico y personalidad popular arrolladora, dejando un legado cultural artístico inigualable en Palmira y la región vallecaucana.

Para finalizar, apoyándome en la metáfora, podría asemejar a Víctor, al irreverente y audaz Víctor, con “El punto libre de la geometría y el espacio,” de la física moderna, que nos enseñó Abraham Roa, profesor del Colegio  de Cárdenas, donde realizó Víctor la secundaria: “punto volátil y estático, que está en todas partes y no se acomoda a ninguna”

… Y así fue Víctor Manuel: díscolo, cercano, distante; siempre en movimiento, alegre, incluyente, difícil y soberanamente inconvencional.

A él, porque posicionó el arte palmirano dejando un legado inmensurable. A sus ex esposas, hermanos, hijas, nietas que hoy lo acompañan; amigos, colegas y admiradores, mi reconocimiento público y sincero en nombre de las personas que lo rodeamos con amor y solidaridad en estos meses de calvario y precaria atención hospitalaria.

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Para finalizar, un saludo de aliento y solidaridad  a su inseparable compañera sentimental Fedora Almario Almario, quien con supina entrega y heroísmo, lo acompañó en las buenas y las malas y en los meses de agonía y padecimientos, sin pausa y sin  tregua.

 A sus colegas que tanto añoró, respetó y quiso ver antes de su partida,  un gran saludo de parte del inolvidable Víctor, uno de sus últimos deseos…

¡PAZ EN SU TUMBA PARA VÍCTOR!  Deseamos todos en esta Catedral del Rosario del Palmar, que con amor bellamente pintasteis… y fue tu última morada.


Carlos Marmolejo J.
Palmira, 12 de septiembre de 2.012. 

 

 



Victor Falleció a las 6:00 p.m. del día 10 de septiembre de 2012 en el Hospital Universitario del Valle.

 



 
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